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Foto del escritorLUIS MIGUEL MIÑARRO

Canción del esposo soldado

Actualizado: 1 feb



Todo empezó aquella tarde, al salir del taller con la espalda dolorida de tanto hilar, hilvanar, cortar y coser, pero donde solo cabían risas, a veces lloros según viniera el tema; siembre alborozo y ruido, junto a confidencias y ensueños de adolescentes. Allí estaba ese chico de ojos dulces, frutales, pero de mirada obstinada con el que “casualmente” me encontraba cada día y al que yo rechazaba por su pelo mal cortado y sus alpargatas de campesino viejo.

Ese día se acercó más que de costumbre, apenas me rozó los dedos para darme en la mano un papel doblado en dos. Era el poema con el que empezó a dejarme enamorada, sorprendida por un amor de repente que firmaba “Miguel”[i]:


Ser onda, oficio, niña, es de tu pelo, [ii]

nacida ya para el marero oficio;

ser graciosa y morena tu ejercicio

  y tu virtud más ejemplar ser cielo.

...

No tienes más quehacer que ser hermosa,

ni tengo más festejo que mirarte,

alrededor girando de tu esfera.

 ...

Satélite de ti, no hago otra cosa,

si no es una labor de recordarte.

  -¡Date presa de amor, mi carcelera!

 

Encuentros y desencuentros poblaron el noviazgo, ausencias, idas y venidas; pero Miguel siempre volvía a su Orihuela, a su huerto, a su higuera, a sus regatos y palmeras a su morena de altas torres; hasta encontrarse tras la espera, hasta desamordazar el amor tantas veces contenido.

“Mi querida Josefina: Espérame. Voy dentro de cuatro días. Prepárate para nuestro casamiento. Vas a venir a Jaén conmigo. Tengo una alegría muy grande, nena. No se te hará antiguo el vestido. No te quiero decir más por hora. Ya te lo diré cuando vaya, que será el domingo o el lunes. Grandes abrazos. Salud”[iii]


Y allí estaba, soldado y militante, un martes ya primaveral, el nueve de marzo de 1937, para casarse en una ceremonia civil con su Josefina. Ella de negro, de luto por la reciente pérdida de su padre Manuel[iv]; él con su uniforme verde miliciano, que era de todo menos uniforme, pero radiante, hasta elegante. La familia y los novios apenas disfrutan de la celebración, Josefina va a dejar a sus hermanas pequeñas y una madre viuda y enferma; la familia de Miguel teme que la guerra se prolongue demasiado y saben que él no es de los que renuncia y que seguirá fiel, empuñando el arma de las ideas y de los versos.

Jaén espera a la pareja para su "luna de miel" y sobre todo para conceder a Miguel su nuevo estatus de esposo soldado. Ejerce de comisario de cultura y dirige el periódico “Altavoz del Frente Sur”.

A los pocos días, mediado abril, Josefina debe ausentarse, su madre ha empeorado y vuelve a Cox para cuidarla, para despedirla. Miguel queda triste y desolado: “Antes era yo el que me iba de tu lado, ahora eres tú.”[v]

Mientras tanto, la vida escribe cartas y a unos se le apagan y a otros se le anuncian. Miguel no cabe de júbilo cuando su Josefina le traslada que está embarazada y le escribe:

“No sé cómo decirte la gran alegría que tengo con lo que me dices de que voy a ser padre y cuando lo he leído te hubiera llenado de besos de arriba abajo, mujer, compañera, tormento mío.”[vi]

La alegría, la esperanza, se traduce urgente en fértil promesa de futuro, resuelta en serventesios con las que adorna su “Viento del pueblo” en la “Canción del esposo soldado”[vii]. Canción que resuena íntima, personal, pero que en los versos de Miguel se convierte en emoción que soplada al aire pueden compartir todos los hombres y mujeres que luchan por un ideal:

He poblado tu vientre de amor y sementera

he prolongado el eco de sangre a que respondo

y espero sobre el surco como el arado espera:

he llegado hasta el fondo.

Nacerá nuestro hijo con el puño cerrado,

envuelto en un clamor de victoria y guitarras,

y dejaré a tu puerta mi vida de soldado

sin colmillos ni garras.

Para el hijo será la paz que estoy forjando.


Y al fin en océano de irremediables huesos


tu corazón y el mío naufragarán, quedando


una mujer y un hombre gastados por los besos.


[i] El texto introductorio es una recreación a partir de los testimonios de Josefina Manresa en su libro “Recuerdos de la viuda de Miguel Hernández”.

[ii] Soneto perteneciente al ciclo de “El silbo vulnerado”

[iii] Carta de Miguel a Josefina fechada en Jaén el 3 de marzo de 1937.

[iv] Manuel Manresa, guardia civil, muere tras un tiroteo con milicianos en Elda el 13 de agosto de 1936.

[v] De una carta de Miguel a Josefina fechada en Jaén el 20 de abril de 1937.

[vi] De una carta de Miguel a Josefina fechada en Jaén el 7 de mayo de 1937.

[vii] A la vuelta de su viaje a la URSS, durante la escala en París (octubre de 1937), es invitado por el escritor cubano Alejo Carpentier al estudio “Poste Parisien”, donde recita su “Canción del esposo soldado”. Único documento sonoro que se conserva de Miguel Hernández. Puede accederse a la grabación en el siguiente enlace: https://www.youtube.com/watch?v=QFiWw3ilzjM

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1 Comment


Guest
Feb 02

Ayer hice un viaje en tren. Paró entre otras en las estaciones de Elda-Petrer, Callosa de Segura, pegadita a Cox y en la estación de Orihuela que se llama Orihuela-Miguel Hernández. En diciembre estuve en la ciudad de Jaén.

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